La tormenta, aire, tierra y agua.
Todo.
El mundo se va ahogar.
Aprieta con fuerza el tazón de té caliente, echada en el cómodo sillón de su salita de estar, en esa casa vacía que la cobija.
El atardecer irradiaba tal luz que parecía inventarle una tristeza inusual, con la exaltación que a pesar de lo que le dicta su conciencia la esta desentumeciendo.
¡Cuan ruidoso es el baile del viento! ¡Qué energéticas sus piruetas de saltimbanqui!

Vaya, me siento identificada con ese momento de paz, es una posición que suelo tener, un café, una manta y un libro que no leo.
ResponderEliminarPerfecto instante.
Bendita explosión en torrentes de paz.
ResponderEliminarGracias.
Bendita explosión en torrentes de paz.
ResponderEliminarGracias.
la imagen me produce ternura. A veces se necesita de esos silencios interiores para que el amor se manifieste.
ResponderEliminarQuerida amiga, ya estoy de regreso de mi viaje y vengo a saludarte.
Un beso
La tormenta nos mueve el espíritu, nos hace pensar y sentir, que no somos nada y que hay fuerzas espirituales por encima de todo, que mueven el mundo y nos invitan a la renovación interior...al amor...
ResponderEliminarMi gratitud por compartir y mi abrazo siempre, Janeth.
Feliz semana,amiga.
M.Jesús
Que bello contemplar un atardecer que irradia luz...
ResponderEliminarUn abrazo fuerte, amiga
El silencio destruye nuestra negatividad y es entonces que podemos despertar a la conciencia de lo que tenemos que hacer ahora. La calidad de nuestras acciones aquí y ahora determina la calidad de nuestro futuro. Donde sea que me encuentre, lo que sea que reciba, con quien sea que esté, todo es preciso. Necesitamos comprender y experimentar este principio espiritual.
ResponderEliminarEl silencio interior nos permite conectar con nuestro honor y dignidad originales. Podemos experimentar que al igual que Dios, soy un espíritu, no materia.
ResponderEliminar