La locura de ser un Quijote



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Dr. Ricardo López R.

Director del Centro Médico Seraphis

En la literatura universal existen personajes que por sus características, se han constituido en arquetipos humanos cuya vigencia histórica y literaria es permanente. 

Es tal la fuerza de su personalidad, que su "realidad" la percibimos como si de seres irreales se tratase. 

Don Quijote es uno de aquellos personajes. Creado por la pluma de Miguel de Cervantes Saavedra, da vida a la novela cuyo título original es "El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha"

No pretendo en estas líneas comentar las innegables y aclamadas cualidades de belleza y armonía de la obra o la solidez de la estructura conceptual de la misma. 

Mi pretensión es acercarme al Quijote humano, al Quijote profundo, a aquel ingenioso hidalgo que, página a página, llena nuestra alma de romántico anhelo por dedicar la vida a un ideal y luchar y combatir por todo lo noble y todo lo bueno. 

¿Dónde reside esa mágica fuerza que nos llena de respeto y admiración por aquel que enloqueció leyendo novelas de caballería y se lanzó a deshacer todo tipo de agravios y entuertos? 

Todos aquellos personajes se encuentran en nuestro inconsciente, interactuando e impulsándonos desde nosotros mismos o desde el entorno, a actuar y vivir según la manera como ellos son movidos o conmovidos. Por ello, conforme avanzamos en la lectura de la novela, mientras reímos con las divertidas complicaciones que se presentan, se va levantando una secreta admiración por aquel hidalgo que vio transfigurada a una humilde campesina en su dama, Dulcinea del Toboso. 

Y así vamos, poco a poco, haciéndonos partidarios de Don Quijote, y sin darnos cuenta despertamos un dormido idealismo con más y más fuerza, hasta que, acabada la lectura, deseamos intensamente que el Caballero de los Espejos sea derrotado por nuestro héroe. 

Porque ya para entonces hemos casi descubierto la espléndida vida del ingenioso hidalgo y la triste existencia de los cuerdos, que pugnan por hacerle entrar en razón, para que abandone esas locuras de damas y caballeros, y retorne a su casa a llevar una vida apacible, lejos de las aventuras, de los riesgos, del entusiasmo y de todo motivo profundo de vivir y morir. 

¡Tarde!, el Sancho de la novela descubre la dicha inmensa de vivir con un ideal. 
¡Tarde!, porque ya Alonso Quijano ha vuelto a la vida y Don Quijote ha muerto como un valiente; y, puesto que no fue él quien vivió tales aventuras, no las recuerda. 
¡Tarde!… como tarde en muchos será el despertar hacia los ideales cuando la vida inicie su curva descendente. 

Ese Quijano profundo no está en la novela, allí vive solo un reflejo. Tampoco se encuentra en el tiempo. Tampoco se encuentra en el insigne Miguel de Cervantes. Ese Quijote humano y profundo está, pues, en nosotros, si tenemos la fuerza y el valor de ser idealistas. 

Aquellos que ya no tienen ideales, que han abandonado la vida heroica y apasionada, son aquellos que dieron muerte al Quijote de su corazón, reemplazándolo por el mediocre Sansón Carrasco. 

Para estos últimos, la existencia perdió vida, perdió impulso, perdió sentido. Los médicos de hoy han diagnosticado como locura el mal que aquejaba a Alonso Quijano; y todos los mediocres del mundo sonrieron satisfechos, y todos los tibios del mundo proclamaron la santa cordura de… ser tibio. 

Como idealistas, en cambio, nos rebelamos contra ello. 

Porque no es locura vivir por un ideal, ni locura creer en la existencia de damas y caballeros o rendir culto al honor, y luchar por la justicia defendiendo a los pobres, a los necesitados y a los débiles. 

No es locura creer en Dios. 

No es locura amar todo lo noble y todo lo bueno. 

No es locura enfrentarse con los gigantes para convertirlos en molinos de viento. 

No es locura en esta locura del mundo de egoísmo y violencia ser idealista. 

No es locura seguir la divina enajenación de Don Quijote. 

No es locura luchar apasionadamente por la construcción de un mundo nuevo y mejor. 

Si eres idealista, el Quijote profundo está en ti.

6 comentarios:

censurasigloXXI dijo...

Tal vez mis ideales se mezclaron con mis principios. Tal vez los primeros han sido asesinados pero los segundos siguen bien vivos y más fuertes que nunca.

Me llamaba una amiga mía muy, muy querida "la chica de los molinos".

Beso y café.

Alicia dijo...

No es, ciertamente, un estudio metafísico el que se descubre en el Quijote, pero sí un estudiado empeño por resaltar el concepto de verdad, distinta para el loco genial y para el hombre que pulsa la realidad.

Carolina dijo...

Don Quijote está loco por un ideal, el propio del caballero andante. Es un "loco razonador", propiedad del paranoico. Caballero andante ha nacido y caballero andante ha de morir.

Melissa dijo...

La locura del idealista, del romántico, es algo innato en aquel a quien Dios ha deparado una misión grande en el mundo.

I. Robledo dijo...

Ya, si, pero aqui, en estos momentos chungos, a los que creen, les siguen llamando locos...

Asi que la mayoria estamos locos perdidos, viendo lo que pasa...

Un abrazo, amiga

Myriam dijo...

Muy emocionante este texto de Ricardo Lopez. Me ha gustado mucho, Janeth. No matemos nunca este arquetipo en nosotros.

¿Qué seria la vida sin ideales?