Leyenda de la Flor Nocturna


En el mismo comienzo de la creación del Mundo, y mucho antes del pecado que provocó la caída de Eva, un fuerte arbusto verde despliega sus anchas hojas en la orilla de un arroyo.

El sol, aún joven en aquellos tiempos y cansado de sus esfuerzos iniciales, se estaba poniendo lentamente, y arrastrando sus velos de niebla alrededor de él, envolvió a la tierra en profundas y oscuras sombras.

Entonces una modesta flor floreció de una rama del arbusto. No tenía la fresca belleza de la rosa, ni tampoco el espléndido y majestuoso orgullo del hermoso lirio.

Humilde y modesta, abrió sus pétalos y echó una ansiosa mirada al mundo del Creador.

¡Todo estaba frío y oscuro a su alrededor!

Sus compañeras dormían todas dobladas sobre sus flexibles tallos a su alrededor; sus camaradas, hijas del mismo arbusto, se apartaban de su mirada; las polillas, amantes aladas de las flores, descansaron por un momento en su pecho, pero pronto se alejaron volando hacia flores más bellas.

Un gran escarabajo casi la corta en dos mientras escalaba sin ceremonias por encima de ella, en busca de un alojamiento para la noche.

Y la pobre flor, aterrada por su aislamiento y su soledad en medio de esta indiferente multitud, dejó caer su cabeza apesadumbrada y vertió una amarga gota de rocío como lágrima.

Pero ¡mira! una pequeña estrella había nacido en el sombrío cielo.

Sus brillantes rayos, rápidos y tiernos, perforaron las oleadas de penumbra. De repente la flor huérfana se sintió vivificada y refrescada como por algún rocío beneficioso.

Completamente restablecida, levantó su cara y vio a la amistosa estrella. Recibía sus rayos en su pecho, temblando de emoción y gratitud. Habían provocado su renacimiento a una nueva vida.

El amanecer con su sonrosada sonrisa gradualmente disipó la oscuridad, y la estrella fue sumergida en un océano de luz que surgía de la estrella del día.

Miles de flores saludaron a su amante, bañándose ávidamente en sus dorados rayos. Estos los emitió el sol también sobre la pequeña flor; la gran estrella se dignó a cubrirla también con sus llameantes besos.

Pero repleta de la memoria de la estrella nocturna, y de su plateado brillo, la flor no respondió sino fríamente a las demostraciones del arrogante sol.

Ella aún veía delante de los ojos de su mente el suave y afectuoso fulgor de la estrella, ella aún sentía en su corazón la beneficiosa gota de rocío, y apartándose de los cegadores rayos del sol, cerró sus pétalos y se fue a dormir acunada en el espeso follaje de su padre arbusto.

Desde aquel momento y para siempre, el día se hizo noche para la modesta flor, y la noche se hizo día.

Tan pronto como el sol surge y devora el cielo y la tierra con sus dorados rayos, la flor se hace invisible, pero tan pronto se pone el sol, y la estrella, penetrando en un rincón del oscuro horizonte, hace su aparición, que la flor la saluda con gozo, juega con sus rayos plateados, y absorbe con profundas inspiraciones su suave brillo.

Así es el corazón de muchas mujeres. La primera palabra graciosa, la primera caricia afectuosa, cayendo sobre su dolido corazón, echa raíces allí en lo más profundo.

Profundamente conmovida por una palabra amistosa, permanece indiferente a las apasionadas demostraciones del universo entero.

La primera puede no ser diferente de muchas otras, puede estar perdida entre miles de otras estrellas similares a esa, y aún así el corazón de la mujer sabe dónde encontrarle, ya esté cerca o lejos; ella seguirá con amor e interés su humilde trayectoria, y le enviará sus bendiciones en su viaje.

Ella puede recibir al altivo sol, y admirar su gloria, pero leal y agradecida, su amor siempre pertenecerá a una solitaria estrella.

12 comentarios:

Alma Mateos Taborda dijo...

¡Un cuento precioso!! Me ha encantado.Transmite valores. ¡Felicitaciones!
En mi blog Con los ojos del alma hay un Premio que hará muy feliz si lo retiras. Un abrazo grande.

isis de la noche dijo...

Qué bella historia mi querida amiga..

Y esa flor que resplandece en la oscuridad, seguramente canta en el silencio y en el cielo de nuestro interior, brilla como una silente promesa de eternidad..

Maravilloso amiga..

besos!!!

I. Robledo dijo...

Ojala todos fuesemos flores que resplandecieran en la oscuridad...Ojala fuese asi, querida amiga.

Bellisimas tus palabras. Recibe un abrazo

Ramiro Jordan Alvares dijo...

Amor es lo fundamental, y la mujer esw amor.

Amor es sabiduria, y en la mujer resplandece el brillo del Amor y el fuego sagrado de la Sapiencia.

Luis dijo...

Amar, cuán bello es amar. Solo las grandes Almas pueden y saben amar. El amor es ternura infinita... el amor es la vida que palpita en cada átomo como palpita en cada sol.

Florencia Madeo Facente dijo...

Bellísimas letras, en verdad. Pensar que los hombres podemos hallar alma en el alma me resulta completamente maravilloso.
Saludos.

Juan Meriles dijo...

La mujer, el Eterno Femenino, envuelve con sus miradas de luz al planeta entero. Ella, la inefable, ella, representando siempre el Principio Maternal, ayuda al varón y le conduce sabiamente hasta su propia trascendencia

Jade. dijo...

Vaya, Janeth!! Qué importante es esa palabra de aliento cuando parece que todo está perdido...

Claro que no se olvida, y queda en el recuerdo por más que recibamos otras, tal vez más importantes o bellas.

Muy lindo el relato!!

MarianGardi dijo...

Que bonita historia, la he bebido absorta.
Muchas gracias por traernos estas cosas tan delicadas y preciosas.
Tu si que eres una estrellita
Un abrazo

Velo de Isis dijo...

La similitud que se intuye entre la noble y delicada flor que nace en la profunda noche sencilla y plena con la mujer, me arrebato, impregno mis ojos de una maravilla intensa, es una narracion preciosa, y a mí se me enciende el entusiasmo sólo de pensar cuánta inteligencia, cuánta decisión, cuánto esfuerzo; en fin, cuánto AMOR por lo que hacían, debió acumularse
en el corazón de tantas mujeres y hombres para que hoy mis manos,
bailando alegres una danza embelesada sobre el teclado de ciento dos botoncitos, estén transmitiéndote sentimientos a través de millones y millones de interruptores que se encienden y se apagan al ritmo de lo que yo pienso para ti.

Adriana Alba dijo...

Que maravilla de historia Janeth,sutil y perfumada, gracias por regalarnos estas entradas!

Abrazos!

Belkis dijo...

Que hermoso y tierno relato Janeth. Efectivamente creo que a veces estamos tan necesitados de afecto, que aquel que es capaz de proporcionarlo en el momento preciso, se convierte en el merecedor de por vida de todas las manifestaciones de amor que una es capaz de entregar. Se convierte en ese ser indispensable, en el compañero y amante fiel, en la persona con quien se camina siempre mirando ambos en la misma dirección.
Este texto es profundamente conmovedor e inspirador.
Gracias por dejarlo.
Un abrazo muy grande.