Lo que amamos, lo que tememos


Una vieja enseñanza, que a fuerza de filosófica es esotérica, indica que todos los hombres, tarde o temprano, nos encontramos en la vida con aquello que amamos y aquello que tememos.

¿Es esta, acaso, una profecía fatídica, un augurio ineludible? No, es una profunda
enseñanza, el fruto de una sabiduría que no ha perdido actualidad en absoluto. Nos
pone ante la evidencia del poder que encierra nuestro mundo psíquico: la fuerza de las emociones, lo que se quiere, lo que se teme, es capaz de mover los hilos escondidos de la voluntad, puede coordinar las ideas y conducir a la plasmación de los hechos.

Y nos pone también ante otra evidencia: todos vamos por la vida llenos de anhelos, ilusiones, aspiraciones, y todos llevamos de manera más o menos oculta una cierta cantidad de temores.

Es más, hoy se dice "no tener miedo a nada", o bien, afirmar que no hay nada que temer..., pero es el temor el que nos hace mencionar abiertamente nuestras
pretensiones agradables y evitar toda referencia a los miedos.

No tener miedo a nada constituye un extremo peligroso que es propio del hombre temerario, falto de conciencia. ¿Que no hay nada que temer? Forma parte de la misma inconsciencia.

Temer a todo y todas las cosas es propio del hombre pusilánime, falto de fortaleza, lo más parecido a la cobardía.
Lo propio es el justo medio, la valentía interior que sabe reconocer las cosas como son y darles su valor correcto. El valiente sabe lo que debe temer y evitar, y lo que debe querer y promover.

En conclusión, todos queremos algo, todos tememos algo, y por eso mismo llegaremos a objetivar unas y otras cosas.

Es de desear que el miedo se convierta en sano temor por aquellas cosas que debemos evitar, y es de desear que queramos evitar los peligros que, inteligentemente, somos capaces de detectar y prevenir.

Es de desear que el amor apunte hacia metas cada vez más positivas, para erradicar el cúmulo de desastres que ya nos aquejan y para que ese amor termine por copar todo el espacio vital de los temores.

Cuanto más sepamos querer, menos tendremos que temer.

10 comentarios:

Reysagrado dijo...

Nunca temer el decir lo que se quiere y lo que se desea, así como tampoco dejar de decir lo que se teme:).

Así, será más fácil obtener lo que se desea y desprenderse de lo que se teme:).

Patricia dijo...

estoy completamente de acuerdo con tus palabras, querida Janeth.

una entrada brillante, de principio a fin.

un abrazo fuerte!

lanochedemedianoche dijo...

Es así Janet, cuando mas amor prodiguemos el temor será menos incierto, cuando la fe regrese al corazón humano, también el miedo partirá mas lejos, como siempre es muy grato leerte.

Besos

Alma Mateos Taborda dijo...

Siempre hay que ser precavido y armonizar los temores con precauciones salvadoras. Vivimos permanentemente esta dualidad de seguridades y temores y ambas sensaciones debemos aprender a manejar. Muy buen post, como siempre. Un abrazo.

isis de la noche dijo...

Hermosa e iluminadora entrada, como todas, mi querida amiga.

El miedo paraliza y el amor es el ejercicio de la voluntad. Yo creo que la valentía es propia de los corazones que anhelan la luz, ya que el camino del conocimiento precisa de mucha valentía pero también de mucha humildad para poder reconocer nuestros más profundos temores y poder entender el miedo antes de vencerlo. Creo que rendirse no es una opción pero hay que saber escoger las batallas que libramos y a veces es precisa una retirada...

Como bien lo dices, en la vida nos encontramos con lo que amamos y con lo que tememos. Es el poder de nuestra mente el que nos conduce para poder sortear los obstáculos con sabiduría. Sin embargo, antes de poder educir la voluntad, deberemos adquirir esa claridad tan necesaria. Y esa conquista se consigue a base de muchas y duras batallas con el ego.

Pero el camino no termina nunca de enseñarnos lo que necesitamos aprender ¿verdad?

Besos miles querida amiga..

Navegante dijo...

Siempre tan lindo y reconfortante pasar por aquí, no puedo menos que estar de acuerdo con vos, habría que aprender a dirigirse mas hacia lo que amamos y controlar mejor lo que tememos.
Uno hace lo que puede.
Dejos besito para vos.

I. Robledo dijo...

A veces, sospecho, el miedo nos ayuda a avanzar,,,

Es una simple sospecha, pero siento que cada vez va tomando mas cuerpo...

Un abrazo, Janeth

MarianGardi dijo...

Amor es dar y no esperar nada a cambio, entonces damos sin miedo, libremente.
Un fuerte abrazo amiga alma, ma sor.
Un cálido abrazo

Adriana Alba dijo...

Por lo general se atrae aquello que se teme.

Creo que el mejor escudo para el temor es el amor.

Tu entrada como siempre una perla!

Gracias Janeth.

Myriam dijo...

Conviene enfrentar los demonios internos, para vencerlos y dejar espacio para el amor. Cuando brilla el amor, se desvanece el miedo.

Besos