El reposo del Guerrero



A veces, nos asalta el deseo de huir de tanta mentira, fealdad, grosería, desequilibrio. Hay una sed intensa de paz, de belleza, de armonía y muy pocos sitios donde encontrarla. De ahí que se amplíe el reducto interior, ese rincón que nos pertenece y donde, si lo deseamos y sabemos hacerlo, podemos guardar los mayores tesoros. Hay pocos sitios serenos, pero existe en cambio un inmenso jardín dentro de cada ser humano. Y sigue habiendo cientos de cosas hermosas que aquietan el espíritu y permiten recuperar fuerzas.

Cuando todo ruge y parece que vamos a estallar sin lograr entender por qué luchamos ni hacia dónde vamos, todavía brota un sonido, un color, una forma graciosa, una idea profunda, una palabra brillante, un sentimiento generoso, una muestra de gratitud, una flor, un poema, un canto, un templo?
Sin estar en guerra, hoy casi todos vivimos en guerra. El mundo hiere, las sociedades que anhelan el encuentro humano son las que, consciente o inconscientemente, agreden a quienes viven en ellas. Lo más corriente es padecer de angustia, cansancio, ansiedad; y lo peor y asimismo habitual es carecer de palabras para explicar esa ansiedad que nos corroe. No es un problema que afecta a los adultos, a los más comprometidos con la vida; también los jóvenes y los adolescentes están cansados y agobiados aún antes de haber empezado a vivir y temen al futuro que les espera, o lo ignoran bajo otra de las máscaras del temor.

En medio de los conflictos es cuando se valoran las pequeñas cosas, las cosas buenas, sencillas, bellas. En medio del asedio de mil y una agresiones, nada tan maravilloso como el oasis de un libro cargado de experiencias atemporales, un violín que desgrana melodías a través de un moderno aparato que sin embargo nos transporta a tiempos pasados o venideros, pero tiempos tranquilos; una voz que se eleva victoriosa en medio del ruido imponiendo su armonía sonora; un trozo de historia que se hace realidad ante nuestros ojos ansiosos de aprender despertando huecos adormecidos en la memoria.

Pero son instantes fugaces. Son apenas el reposo del guerrero que no sabe por qué está en guerra ni contra quién debe batallar, pero siente que todo bulle alrededor en un espasmo de dolor e incertidumbre. Recobrado el ánimo, el guerrero asume la otra cara del filósofo y vuelve a la acción. Sabe que más allá de sus sufrimientos hay un mundo que sufre más todavía, que hay miles de personas que requieren al menos el alivio de una mano amiga o de una palabra, de una idea reconfortante, de un esbozo de futuro esperanzado. Por eso no hay quietud; sólo la acción del que reconoce la pequeñez de su labor al tiempo que valora su necesidad, la acción del que, tras una dura jornada, abrirá la puerta de su jardín interior y encontrará las exquisitas flores de su breve descanso. Tal vez, algún día, esas flores puedan abrirse en toda la faz de la Tierra.

11 comentarios:

Rafael Humberto Lizarazo Goyeneche dijo...

Hola, Janeth:

Tal vez algún día todos tengamos un tranquilo y bello jardín para reposar.

Un abrazo.

Rossina dijo...

no voy a hablar del mundo, sí de mi ciudad, y sobre todo del microcentro porteño, donde enajenados, muchos ya no recuerdan ni quienes son.
Un tema que ya tiene varios años hablaba de "heres anónimos guerreros en este lugar, peleando con el corazón combatiendo tanta soledad"
Imposible sentir el aroma a lavanda entre el smock, la locura, los robos, el tránsito... mecanizados salimos, sobrevivimos a ese entorno en donde reparar nuestro campo energético se vuelve casi utopía.

Adriana Alba dijo...

Es tan necesario ese reducto interior!!!

Ojalà que como dices al final del texto -esas flores se abran en toda la tierra-

Un abrazo Janeth.

Jade. dijo...

Creo que todos somos en algún momento, guerreros, no porque peleemos contra nadie sino porque nos rebelamos contra algo que no nos va.

El no seguir la corriente te obliga a combatirla, ya que en general te quiere obligar a seguirla como ha hecho siempre.

Y claro, cada tanto nos cansamos de tanta energía que no sabemos si está bien o mal empleada, al querer cambiar algo.

Si así lo sentimos, está perfectamente empleada, no tenemos porqué seguir las normas impuestas por los otros, sino seguir a nuestro corazón.

Y está bueno cada tanto tomarse un descansito, tomarse 5 minutos y tomarse un té!!

Es una licencia harto merecida y disfrutable, es el placer de sentir que hiciste, lisa y llanamente, lo que debiste hacer contra viento y marea, no lo que te quisieron hacer hacer a los golpes con o sin razón. Es salir de la masa y vivir según tu forma, no la que te quieren imponer. Qué placer, o no?? Quien te quita lo bailado?

Te dejo un besote!!

Myriam dijo...

ES que el guerrero necesita de ese silencio para conquistarse a si mismo y así, poder continuar con su camino de superación y de ayuda.

Besos

Escribir es seducir dijo...

UNA REFLEXIÓN QUE GRITA LIBERTAD

EN TODOS LOS SENTIDOS DE LA PALABRA

ASÍ ME SIENTO MUCHAS VECES

UN BASTA Y VOLVER A EMPEZAR DE OTRA MANERA

SALUDOS

Rafael Humberto Lizarazo Goyeneche dijo...

Hola, Janeth:

Gracias por visitarme, feliz semana.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Debemos descansar, sí, en el Trono del verdadero Dios,
El Alma y el Espíritu deben contraer Matrimonio e irradiar la Luz, el Hijo.




Gracias.
Un abrazo.

Patricia dijo...

me encantó, un texto exquisito!!

un abrazo fuerte.

I. Robledo dijo...

Con el paso de los años uno siente que su guerrero interior precisa, cada vez, de mas espacio interior...

Creo que es algo ineludible.

Un abrazo, Janeth

Myriam dijo...

paso de nuevo a dejarte un abrazo y a decirte que la foto que pusiste en esta entrada es preciosa , inspira mucha paz.