Todos y cada uno de los libros que habitan en las profundidades de tu cerebro

 

"Un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora".
-Proverbio hindú-

Decía Jorge Luis Borges que el Paraíso debía ser algo así como una gran e infinita biblioteca. Una imagen idílica en la que sin duda estaremos de acuerdo todos aquellos que vemos en el saludable ejercicio de la lectura un ritual cotidiano del cual nutrirnos para sobrevivir, para avanzar, para aprender y a su vez, ser un poco más libres.

Entre el baúl de nuestros recuerdos infantiles más significativos se hallan, a menudo, esos títulos y esas novelas que, de algún modo, marcaron en nuestra vida un antes y un después. Pocas veces volveremos a experimentar con tanta intensidad, regocijo y deleite la lectura de aquellas tempranas lecturas que tanto nos inspiraron.

Esa incursión temprana al mundo de la fantasía, a los bosques del misterio, los mares de aventuras o a esos universos orlados por la magia, se incrustan palabra a palabra e imagen a imagen en los recovecos más profundos de nuestro cerebro emocional para determinar gran parte de lo que nos define en la actualidad. Somos por tanto, gran parte de todo aquello que no hemos visto con los ojos pero que sí hemos sentido con el corazón y trazado en nuestra mente con las velas de la imaginación y los remos de un confín letras…

Los universitarios habituados a leer desde la infancia presentan puntuaciones mucho más altas en pensamiento crítico, creatividad, reflexión, metacognición y expresión escrita… Sin embargo, algo que se está viendo en la actualidad es que nuestros jóvenes de hoy en día leen, pero no practican lo que se conoce como "lectura profunda".

La lectura profunda se define como ese proceso delicado, lento y envolvente donde nos sumergimos por completo en aquello que leemos sin prisas, sin presiones externas ni necesidad alguna por precipitarnos o adelantar acontecimientos con el paso de las páginas. Es esa capacidad excepcional mediante la cual "hacernos uno" con el libro captando la riqueza del texto, hasta llegar a un punto donde la simple decodificación de las palabras nos permite llegar a un plano sensorial y emocional.

A través de la lectura profunda captamos también los detalles del texto, el goce de la narrativa y la habilidad del escritor. Sin embargo, y aquí llega lo más interesante, según nos explican los expertos este tipo de lectura genera en nuestro cerebro un proceso asombroso: lo sincroniza. Por ejemplo, los centros cerebrales asociados al habla, a la visión y la audición se sintonizan con la lectura profunda.

Todos estos procesos y muchos más generan una cadencia impresionante donde la lectura profunda nos provoca todo un carrusel de sensaciones y emociones que dejan huella permanente en nuestro cerebro.

Es algo sensacional....





1 comentarios:

Mª Jesús Muñoz dijo...

Janeth, de acuerdo contigo, amiga...Los libros nos han marcado y no sólo somos lo que pensamos, también lo que leemos...Los cuentos, las historias, los poemas han ido alimentando nuestra imaginación y nuestro espíritu, ellos nos ayudan en momentos difíciles y en circunstancias adversas...Posiblemente, como dice Borges, en el cielo hay una gran biblioteca donde se guarda la sabiduría.
Mi gratitud por tu cercanía y mi abrazo siempre, amiga.